.Hay días que pasan factura. Y viste como es esto de que te emparchen las alas.
Pero abrí los ojos nena! que atrás de todo hay más. Más qué? más mensajes escritos con una piedrita abajo del ombú, más cuentos que contarse a uno mismo para no perder la cabeza. Mirá que a veces somos nuestros propios clavadores de puñales, que boludos.
Las baldosas flojas, abajo de la lluvia, el semáforo en rojo, la esquina grita que hay que doblar y pasa una señora escapando del granizo abajo de un paraguas. Salto los charquitos y no me voy a apurar porque igual ya estoy toda mojada; sale luz de un balcón y en el bar el humo empaña el vidrio. Y no, por más que quieras, no encontrás ni una sola mirada cómplice, de esas que te dicen "yo lo se, a mi también", y un poco de resignación, porque sino qué? vos sabés? vos sabés descifrar estas cosas? nadie responde. Me pasan los autos, salpican, y llego a la siguiente esquina, una bocina, un kiosco, pero no hay calor, no hay calor, nena. Solo vorágine, otra bocina, otro semáforo, más baldosas flojas, ya estoy definitivamente empapada y sigue lloviendo; deslizan las gotas por mi cara y caen cuando llegan a la punta de la nariz. Será otra vez diciembre con ese viento que despeina a las nubes y a los distraídos. Adelante sigue y sigue la calle, no hay lugar para las afecciones de algunas almas acá; miro para arriba y entiendo que la ciudad se nos mea de risa, nena.
.