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Tú enciende el sol. Tú tiñe el mar, y tú descorre el velo que oscurece el cielo, y tú ve a blanquear la espuma y la nube, la nieve y la lana, y tú conmigo a cantar la mañana. Tú a dibujar el trigo y la flor. Tú haces de viento, dales movimiento y tú les das color. Tú amasa los montes. Tú, al pozo a baldear y tú conmigo y el gallo a cantar...Que hay que empezar un día más. Tire pa'lante que empujan atrás. Y póngase el calcetín, paloma mía, y véngase a cocinar el nuevo día.
Todo esta listo, el agua, el sol y el barro, pero si falta usted no habrá milagro.


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martes, 19 de abril de 2011

[Que sea donde el sol quiebre todas las tormentas
el lugar para nunca más dormir sin amor

Seré triste, pero inmensamente feliz.
Tendré las mismas alas que jamás me impiden romperme la cabeza contra el suelo.

Que vengan todos los inviernos de los dos polos, cuando quieran]



"En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.
Cerrarán sus ojos para no ver los gestos
en las últimas sombras,
esos monstruos huidizos, multitudes oscuras
de demonios y lobos.
Y luego en tu mejilla sentirás un rasguño...
un beso muy pequeño como una araña suave
correrá por tu cuello...
Y me dirás: ¡búscala!, reclinando tu cara
-y tardaremos mucho en hallar esa araña,
por demás indiscreta.
"


Sueño para el invierno, Arthur Rimbaud.