Ok, podés escribir solo cuando tenés un estado psíquico alterado: un ovillo de nervios en la panza o un fantasma de humo en la cabeza o un kilo de vino en los ríos sangrientos o un litro de papas en la garganta o sencillamente un sueño que podría ganar la mejor representación de cabeceadas de un viaje en colectivo.
Y eso, no te pasa eso con el sueño, ¿no? Digo, podés soñar en cualquier lado. Podés perfectamente confundirte lo-que-es-sueño de lo-que-no-es-sueño. Y quién te dice, te quitan todo de un pellizco. O te lo resuelven. De última a quién le va a importar qué sueñes más que a tres o cuatro otras psíquis en el mundo entero.
¿Cómo puede costar decir algo sobre lo que se piensa todo el tiempo? ¿Cómo pueden estar estas manos-lengua-boca-ojos-nariz tan desconectados de estas sí-la-bas? ¿Se habrán cansado de estar dolorosamente cosidas una a otras tantos tiempos? ¿Nos habremos desviado del parámetro de lo que considerábamos una normalidad?